No acuses al siervo ante su amo, no sea que te maldiga y seas hallado culpable.

No acuses (literalmente, no ataques con la lengua) un siervo a su amo (porque el siervo, o esclavo, estando ya en una condición aflictiva, estarías añadiendo aflicción a aflicción),

Para que él (el esclavo) no te maldiga, y seas hallado culpable, su maldición te involucra en la culpabilidad ante Dios. Así en el caso de todos los que están afligidos, la viuda y el huérfano. Pero cuando la conciencia requiere fidelidad en exponer el pecado, allí la delincuencia del siervo debe ser denunciada al amo (). Sólo se censuran los cargos falsos o triviales. El amor ordena el silencio donde la fidelidad no requiere que acusemos.

Una generación que maldice a su padre y no bendice a su madre, a la que tanto deben los hijos, y a la que deben honrar junto a Dios. Ingratitud y contumacia. Ninguna provocación de un padre excusa al hijo que lo maldice, pecado castigado capitalmente, como lo fue la blasfemia contra el Divino Padre.

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