Bendito eres, oh SEÑOR, enséñame tus estatutos.

Bendito eres, oh Señor: enséñame tus estatutos. Tú me has enseñado a conocerte y a alabarte como "Bendito": sigue enseñándome todavía. Tú que tienes una provisión de gracia tan rica como el Bendito, provéeme con enseñanzas de ella.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad