¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Es mi meditación todo el día.

¡Oh, cuánto amo yo tu ley! es mi meditación todo el día. Lo dice, no para alabar su propia devoción, sino la excelencia de la ley de Dios, como digna de todo amor y de continua mediación.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad