Y por tu misericordia acaba con mis enemigos, y destruye a todos los que afligen mi alma, porque yo soy tu siervo.

Y por tu misericordia acaba con mis enemigos, según la promesa,.

Porque yo soy tu siervo. No jactándose de su propio servicio, sino encomiando la gracia de elección de Dios, a la cual atribuye todo el crédito de su ser entre los siervos de Dios. Una súplica frecuente de David.

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