Ezequiel 24:1-27

1 Aconteció en el día diez del mes décimo del noveno año que vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

2 “Oh hijo de hombre, escribe para ti la fecha de hoy, este mismo día. El rey de Babilonia se ha lanzado contra Jerusalén en este mismo día.

3 “Presenta a la casa rebelde una alegoría, y diles que así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘Pon la olla; ponla y echa agua en ella.

4 Echa en ella pedazos, todos buenos pedazos, muslo y espalda. Llénala de huesos escogidos;

5 toma lo mejor del rebaño. Amontona la leña debajo de ella; haz hervir sus pedazos y cocina los huesos dentro de ella’.

6 “Porque así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘¡Ay de la ciudad sanguinaria, la olla herrumbrosa cuya herrumbre no ha salido de ella! Vacíala pedazo por pedazo, sin que se echen suertes por ella.

7 Porque su sangre está en medio de ella; la ha puesto sobre la roca desnuda. No la derramó sobre la tierra para que fuera cubierta con el polvo.

8 Para hacer que mi ira suba y tome venganza, he puesto su sangre sobre la roca desnuda, para que no sea cubierta’.

9 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘¡Ay de la ciudad sanguinaria, pues yo también agrandaré la hoguera!

10 Amontona la leña, enciende el fuego, alista la carne, vacía el caldo, y que los huesos sean carbonizados.

11 Luego pon la olla vacía sobre las brasas, para que se caliente y arda su bronce, con el fin de que en ella sea fundida su inmundicia y desaparezca su herrumbre’.

12 “En vano son los esfuerzos. Su mucha herrumbre no sale de ella; su herrumbre no sale ni con fuego.

13 En tu inmundicia hay infamia, por cuanto te quise purificar, pero no estás purificada de tu inmundicia. No volverás a ser purificada, hasta que yo haya asentado mi ira sobre ti.

14 Yo, el SEÑOR, he hablado. Esto vendrá, y lo haré. No cejaré; no tendré lástima ni me pesará. Conforme a tus caminos y a tus obras te juzgaré”, dice el SEÑOR Dios.

15 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

16 — Oh hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe la delicia de tus ojos. Pero tú no harás duelo ni llorarás ni correrán tus lágrimas.

17 Gime en silencio; no guardes el luto por los muertos. Cíñete el turbante y pon las sandalias en tus pies. No te cubras los labios ni comas pan de duelo.

18 Hablé, pues, al pueblo por la mañana, y al anochecer murió mi esposa. Y a la mañana siguiente hice como me había sido ordenado.

19 Entonces me dijo el pueblo: — ¿No nos dirás qué significan para nosotros estas cosas que tú haces?

20 Y les respondí: — La palabra del SEÑOR vino a mí diciendo:

21 “Di a la casa de Israel que así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘He aquí, yo mismo profano mi santuario, el orgullo del poderío de ustedes, la delicia de sus ojos, el anhelo de su alma. Sus hijos y sus hijas que abandonaron caerán a espada,

22 y ustedes harán como yo he hecho: No se cubrirán los labios ni comerán pan de duelo.

23 Sus turbantes estarán sobre sus cabezas, y sus sandalias en sus pies; no harán duelo ni llorarán. Más bien, se pudrirán en sus pecados y gemirán unos por otros.

24 Ezequiel, pues, les servirá de señal; harán de acuerdo con todas las cosas que él ha hecho. Cuando esto se cumpla, sabrán que yo soy el SEÑOR Dios’.

25 “Y con respecto a ti, oh hijo de hombre, el día en que yo quite de ellos su poderío, el gozo de su esplendor, la delicia de sus ojos y el anhelo de sus almas, y también a sus hijos y a sus hijas;

26 en aquel día uno que haya escapado vendrá a ti para traerte la noticia.

27 En aquel día se abrirá tu boca, y hablarás con el que haya escapado; pues ya no estarás más enmudecido. Tú les servirás de señal, y sabrán que yo soy el SEÑOR”.

CAPITULO 24

Vv. 1-27. VISION DE LA CALDERA HIRVIENTE Y DE LA MUERTE DE LA ESPOSA DE EZEQUIEL.

1, 2. Ezequiel da prueba de su misión divina anunciando el mismo día (“este mismo día”) del comienzo del asedio de la ciudad por Nabucodonosor; “el año noveno”, del cautiverio de Joaquín, “en el mes décimo, a los diez del mes”; hace este anuncio, aunque él está a 483 kilómetros de Jerusalén entre los cautivos en Quebar (2 Reyes 25:1; Jeremias 39:1). se puso—puso sitio contra Jerusalén.

3. olla—caldera. Refiriéndose al proverbio usado entre el pueblo, expresivo de la confianza en sí mismo, cap. 11:3 (véase Nota), “Esta (ciudad) será la caldera, y nosotros la carne”; se está mostrando la verdad de vuestro proverbio, pero en un sentido diferente del que pensáis. Lejos de resultar ser la ciudad una caldera de hierro resistente al fuego, vendrá a ser un caldero puesto sobre el fuego, y el pueblo es como tantas piezas de carne expuestas al calor del fuego. Véase Jeremias 1:13.

4. sus piezas en ella—las que debidamente le pertenecen, como suyas propias. todas buenas piezas … huesos escogidos—es decir, los más distinguidos del pueblo. “Los “huesos escogidos” en la olla tienen carne adherida. Los “huesos” debajo de la olla (v. 5) son los que no tíenen carne, y son usados como leña, y corresponden a los más pobres del pueblo, los cuales sufren primero, y son librados más pronto del sufrimiento que los ricos quienes aguantan lo que corresponde al proceso más lento de hervir.

5. enciende los huesos—más bien “amontona los huesos”. Lit., “Que haya un montón redondo de huesos”.

6. espumada—no espuma ordinaria, sino venenosa, es decir, la maldad universal del pueblo. Por sus piezas … sácala—el contenido de la olla; su carne, es decir, “Destruiré el pueblo de la ciudad, no todo de una vez, sino por una serie de ataques sucesivos.” No como Fairbairn, “en cada pieza que salga (la espuma)”. no caiga sobre ella suerte—suerte ninguna, tal como a veces se echa, para resolver quiénes han de ser destruídos, y quiénes salvados (2 Samuel 8:2; Joel 3:3; Abdías v. 11; Nahúm 3:10). En transportaciones anteriores de cautivos, se echaban suertes para decidir quiénes habían de ir, y quiénes habían de quedar, pero ahora todos iguales han de ser echados sin distinción de rango, edad, ni sexo.

7. sobre una piedra alisada—o, “piedra desnuda, seca, expuesta”, de modo que a todos sea conspicua. Sangre vertida sobre una roca no se absorbe tan pronto como la sangre vertida en tierra. La ley mandó que aun la sangre de un animal o ave fuese “cubierta con tierra” (Levítico 17:13); pero tan desvergonzada era ella que no se tomaba la molestia de cubrir la sangre de hombres inocentes muertos en ella. Sangre, como la consumación de todo pecado, presupone toda otra forma de culpa.

8. Habiendo, pues, hecho subir la ira—Dios, a propósito, permite que ella tan desvergonzadamente vertiera la sangre sobre la piedra desnuda, para que clamara más abierta y fuertemente por venganza desde lo alto; y para que la relación entre la culpa y el castigo fuese tanto más palpable. La sangre de Abel, aunque la tierra la recibió, todavía clama al cielo por venganza (Génesis 4:10), ¡cuánto más la sangre desvergonzadamente expuesta sobre la piedra desnuda! yo pondré su sangre—ella será pagada en la misma especie (Mateo 7:2). Ella derramó sangre abiertamente, también será derramada abiertamente la sangre de ella.

9. gran hoguera—materiales hostiles para la destrucción de la ciudad.

10. hacer la salsa—para que la carne sea más sabrosa; haré que el enemigo se deleite en la destrucción de ella así como uno se deleita en la carne bien sazonada y sabrosa. Grocio, desviándose innecesariamente del sentido claro, traduce: “Que sea reducida hirviendo la carne a un compuesto.”

11. Asentando … vacía … se queme su fondo … se consuma su espuma—no basta consumir el contenido; la olla misma, infectada por la espuma venenosa, debe ser destruída, es decir, la ciudad misma tiene que ser destruída, y no solamente los habitantes, así como la casa misma infectada de lepra había de ser destruída (Levítico 14:34).

12. se cansó—Más bien, “ella me cansó con sus mentiras”; o “con trabajos vanos” de mi parte para purificarla sin ser obligado a recurrir a la justicia (véase Isaías 43:24; Malaquías 2:17). [Maurer.]

13. suciedad perversa—maldad deliberada, resuelta; de una raíz hebrea, “a proponer”. te limpié—es decir, no dejé nada sin probar que tendiera a limpiarte, enviando profetas que te invitasen a arrepentirte, dándote la ley con todas sus promesas, privilegios y amenazas. nunca más te limpiarás—por la interposición mía, gratuitamente; serás dejada a tus caminos y a soportar sus resultados fatales.

14. No me tornaré atrás—no desistiré; no me aflojaré. [Fairbairn.]

15. Aquí empieza la segunda parte de la visión; anuncio de la muerte de la esposa de Ezequiel, y prohibición de las señales acostumbradas del luto.

16. el deseo de tus ojos—la esposa de él: que representa el santuario (v. 21), en que los judíos se gloriaban tanto. La energia y subordinación de toda la vida de Ezequiel a su ministerio profético se manifiestan admirablemente en este relato de la muerte de su esposa. Es el único acontecimiento digno de ser recordado, de la historia personal suya que él relata, y éste sólo en referencia a su obra que ocupaba su alma entera. Su ternura natural se ve en aquel toque gráfico, “el deseo de tus ojos”. ¡Qué sujeción asombrosa, entonces, de sus sentimientos personales a su propio deber profético se manifiesta en la sencilla declaración! (v. 18): “Y hablé al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y a la mañana hice como me fué mandado.” de golpe—una visitación repentina. Lo repentino del suceso encarece el dominio de Ezequiel de sí mismo en que él tan completamente sumerge, en las demandas más importantes del deber, sus sentimientos personales, los cuales habrán sido especialmente agudos en circunstancias tan penosas.

17. Reprime el suspirar—o, “lamenta en silencio”; no se prohibe el pesar, sino la expresión de él en alta voz. [Grocio.] no hagas luto de mortuorios—típico de la universalidad de la ruina de Jerusalén, la cual impediría el luto, tal como es tan usual cuando la calamidad es sólo parcial. “Mortuorios” expresamente se pone en plural. como refiriéndose a los muertos que perecerían en la toma de Jerusalén; cuando se habría esperado el singular, pues la esposa de Ezequiel era el sujeto inmediato a que se refería: “no hagas luto”, como es costumbre “por los muertos, y como habrá más tarde en Jerusalén” (Jeremias 16:5). ata tu bonete—el tocado acostumbrado. [Fairbairn.] Jerónimo explica: “Retendrás el pelo que generalmente se corta en el luto”. La cinta que sujetaba el pelo junto a las sienes, se quitaban en tales ocasiones. El descubrir la cabeza era señal de luto en los sacerdotes, mientras que otros cubrían sus cabezas (2 Samuel 15:30.) El motivo era, que los sacerdotes tenían su tocado de lino fino dádoles como adorno y como divisa de oficio. Al sumo sacerdote, como tenía en la cabeza el santo óleo de unción, se le prohibía en todo caso quitar su tocado. Pero los demás sacerdotes podían quitárselo en caso de la muerte de parientes cercanos (Levítico 21:2, Levítico 21:10); y luego se ponían ropa inferior, y también rociaban la cabeza con polvo o cenizas (véase Levítico 10:6). zapatos en tus pies—mientras que los enlutados iban con “pies descalzos” (2 Samuel 15:30). no te cubras con rebozo—se solía cubrir el labio superior con el bigote (Levítico 13:45; Miqueas 3:7). pan de hombres—el pan que solían traer a los enlutados sus amigos en señal de condolencia. Así también “el vaso de consolaciones” traído a Jeremías (Jeremias 16:7). “De hombres” quiere decir pan como solían traer los hombres. Así Isaías 8:1, “pluma de hombre”; Apocalipsis 21:17 “la medida de un hombre”.

19. qué nos significan estas cosas—El pueblo se da cuenta de que la conducta extraña de Ezequiel tiene un significado simbólico para ellos, y preguntan qué es aquel significado.

21. la gloria de vuestra fortaleza—(Véase Amós 6:8). El objeto de vuestro orgullo y confianza (Jeremias 7:4, Jeremias 7:10, Jeremias 7:14). el deseo de vuestros ojos—(Salmo 27:4). El antitipo a la mujer de Ezequiel (v. 16). regalo de vuestra alma—“compasión” de vuestra alma, compasión semejante al cariño. Ellos habían profanado el templo con su culto idolátrico; Dios, en justa retribución, lo profanará con la espada caldea, echándolo abajo, como la esposa de Ezequiel. hijos … hijas que dejasteis—niños dejados en Judea, cuando los padres fueron llevados cautivos.

22.—(Jeremias 16:6). Tan general será la calamidad que todas las costumbres ordinarias de luto serán suspendidas.

23. no endecharéis … sino que os consumiréis a causa de vuestras maldades—El que los judíos no endecharan no sería el resultado de su insensibilidad, así como el que Ezequiel no llorara por su esposa, no fué por falta de sentimientos de parte de él. En su destierro ellos no podrían manifestar públicamente su lamentación, pero en privado “gemirían unos con otros”. Sus “maldades” entonces serían su pesar principal (“os consumiréis”), sintiendo que éstas eran la causa de su sufrimiento (véase Levítico 26:39; Lamentaciones 3:39). El cumplimiento más completo es todavía futuro (Malaquías 12:10).

24. señal—una representación típica en su persona de lo que había de acaecer a ellos (Isaías 20:3). en viniendo esto—refiriéndose tal vez a la mofa de ellos, como si la palabra de Dios pronunciada por sus profetas, no hubiera de cumplirse. “¿Dónde está la palabra de Jehová? venga ahora” (Jeremias 17:15). Cuando se cumpla la profecía “sabréis (a vuestras expensas) que yo soy el Señor Jehová”, por ella demuestro mi poder y cumplo mi palabra pronunciada por mi profeta (Juan 13:19; Juan 14:29).

25, 26. “El día” a que se refiere en estos versículos, es el día de la destrucción del templo, cuando un “escapado” huye. Pero “aquel día”, en el v. 27, es el día en que el “escapado” traerá la triste noticia a Ezequiel en Quebar. En el intervalo el profeta suspendía sus profecías en cuanto a los judíos, así como fué predicho. Después su boca fué “abierta”, y él no era más “mudo” (cap. 3:26, 27, véase el v. 27 en este cap. 24, y cap. 33:21, 22).

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