Marco 13:1-37

1 Cuando él salía del templo, uno de sus discípulos dijo: — Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!

2 Y Jesús le dijo: — ¿Ven estos grandes edificios? Aquí no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.

3 Estando él sentado en el monte de los Olivos frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaban aparte:

4 — Dinos, ¿cuándo sucederán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas estén por cumplirse?

5 Jesús comenzó a decirles: — Miren que nadie los engañe.

6 Muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, y engañarán a muchos.

7 Pero cuando oigan de guerras y de rumores de guerras, no se turben. Es necesario que así suceda pero todavía no es el fin.

8 Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá terremotos por todas partes. Habrá hambres. Estos son principio de dolores.

9 »Pero ustedes miren por ustedes mismos. Porque los entregarán en los concilios, y serán azotados en las sinagogas. Por mi causa serán llevados delante de gobernadores y de reyes, para testimonio a ellos.

10 Es necesario que primero el evangelio sea predicado a todas las naciones.

11 Cuando los lleven para entregarlos, no se preocupen por lo que tengan que decir. Más bien, hablen lo que les sea dado en aquella hora; porque no son ustedes los que hablan sino el Espíritu Santo.

12 El hermano entregará a muerte a su hermano, y el padre a su hijo. Se levantarán los hijos contra sus padres y los harán morir.

13 Y ustedes serán aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, este será salvo.

14 »Pero cuando vean que la abominación desoladora se ha establecido donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes.

15 El que esté en la azotea no descienda ni entre para sacar algo de su casa,

16 y el que esté en el campo no vuelva atrás para tomar su manto.

17 ¡Ay de las que estén embarazadas y de las que críen en aquellos días!

18 Oren, pues, que no acontezca en invierno.

19 Porque aquellos días serán de tribulación como nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó hasta ahora ni habrá jamás.

20 Si el Señor no hubiera acortado aquellos días, no se salvaría nadie; pero, por causa de los escogidos que él eligió, él ha acortado aquellos días.

21 »Entonces, si alguien les dice: “He aquí, aquí está el Cristo”, o “He allí, allí está”, no le crean.

22 Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán señales y maravillas para engañar, de ser posible, a los escogidos.

23 Pero ustedes, ¡miren! Se lo he dicho todo de antemano.

24 »Entonces en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor.

25 Las estrellas caerán del cielo y los poderes que están en los cielos serán sacudidos.

26 Entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria.

27 Después enviará a sus ángeles y reunirá a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

28 »De la higuera aprendan la parábola: Cuando su rama ya está tierna y brotan sus hojas, saben que el verano está cerca.

29 Así también ustedes, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que está cerca, a las puertas.

30 De cierto les digo que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan.

31 El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán.

32 »Pero acerca de aquel día o de la hora, nadie sabe; ni siquiera los ángeles en el cielo, ni aun el Hijo sino solo el Padre.

33 Miren y velen porque no saben cuándo será el tiempo.

34 Será como el hombre que al salir de viaje dejó su casa y dio autoridad a sus siervos, a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.

35 Velen, pues, porque no saben cuándo vendrá el Señor de la casa, sea a la tarde, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana;

36 no sea que cuando vuelva de repente los halle durmiendo.

37 Lo que a ustedes les digo, a todos les digo: ¡Velen!

LA PROFECIA DE CRISTO DE LA DESTRUCCION DE JERUSALEN, Y ADVERTENCIAS SUGERIDAS POR ELLA PARA QUE EL PUEBLO ESTE LISTO PARA SU SEGUNDA VENIDA. (Pasajes paralelos, Mateo 24:1; Lucas 21:5). Jesús había pronunciado todo lo que abrigaba en su mente en contra de los eclesiásticos judíos; había expuesto su carácter con una franqueza asoladora, y había denunciado, en un lenguaje de terrible severidad, los juicios de Dios en contra de ellos por aquella infidelidad a su cometido, la cual estaba trayendo ruina sobre la nación. Había terminado éste su último discurso público, (Mateo cap. 23) con una lamentación ardiente sobre Jerusalén, y una despedida solemne del templo. “Y (dice Mateo 24:1) salido Jesús, íbase del templo”, para no volver jamás a entrar a sus límites, ni abrir su boca para impartir sus enseñanzas públicamente. Con este acto terminó su ministerio público. Cuando él se retiró, dice Olshausen, la graciosa presencia de Dios abandonó el santuario; y el templo, con todo su servicio, y toda la constitución teocrática, fué entregado a la destrucción. Lo que siguió inmediatamente es, como de costumbre, detallada y gráficamente descripto por nuestro evangelista.

1. Y saliendo del templo, le dice uno de sus discípulos—Los otros evangelistas son menos definidos. “Y a unos que decían …” dice (Lucas 21:5); “y se llegaron los discípulos”, dice Mateo 24:1) Sin duda, éste fué el discurso de uno que habló como vocero, tal vez, por los demás. Maestro, mira qué piedras, y qué edificios—pensando probablemente, cómo podría ser derribado tan inmenso edificio, como pareció dar a entender nuestro Señor en sus últimas palabras tocante a él. Josefo, quien da cuenta detallada de la maravillosa estructura, habla de piedras de cuarenta codos de largo (Guerras Judías, v. 5. 1), y dice que los pilares que apoyaban los pórticos eran de veinticinco codos de alto, todos de una sola piedra, y del mármol más blanco (ib. v. 5.2). Los golpes que recibieron los muros por seis días, con máquinas de guerra, durante el sitio por los romanos, no causó impresión en ellos (ib. vi. 4:1). Partes de los cimientos y otras obras, todavía permanecen, y probablemente son tan antiguas como el primer templo.

2. Y Jesús respondiendo le dijo: ¿Ves estos grandes edificios?—Es decir: “vosotros me llamáis para que ponga atención a estas cosas. Ya las he visto. Señaláis su apariencia sólida y duradera; ahora escuchad la suerte de ellas”. no quedará—“no será dejada aquí” (Mateo 24:2)—piedra sobre piedra que no sea derribada—El general Tito mandó que toda la ciudad y el templo fuesen destruídos (Josefo, Guerras Judías, vii. 1.1); Eleazar deseó que todos hubiesen muerto antes de ver destruída la santa ciudad por manos enemigas, y antes que el templo fuese tan impíamente excavado (ib. vii. 8. 7).

3. Y sentándose en el monte de las Olivas delante del templo—En el camino de Jerusalén a Betania estaba este monte; en su cumbre él se sienta, a la vista del templo, y teniendo ante su vista toda la ciudad. ¡Cuán gráficamente es presentada esta escena ante nosotros por nuestro evangelista! le preguntaron aparte Pedro y Jacobo y Juan y Andrés—Los otros evangelistas nos dicen meramente que “los discípulos” le preguntaron. Pero Marcos no sólo nos dice que eran cuatro de ellos, sino que da los nombres de los primeros cuatro apóstoles.

4. Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿y qué señal habrá cuando todas estas cosas han de cumplirse?—“¿y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?” (Mateo 24:3). Ellos sin duda consideraban la fecha de la destrucción de Jerusalén y su venida como la misma, y sus opiniones acerca de estas cosas estaban tan confusas como la fecha en que acontecerían. Nuestro Señor elige la manera de contestar estas preguntas.

Profecías de la Destrucción de Jerusalén (vv. 5-31).

5. Y Jesús respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad, que nadie os engañe; 6. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo—(Véase Mateo 24:5)—“El tiempo está cerca” (Lucas 21:8); es decir, el tiempo del reino en su esplendor completo—y engañarán a muchos—“por tanto, no vayáis en pos de ellos” (Lucas 21:8). Parece que no se refiere a Mesías fingidos que tratarán de engañar a los que rechazaban a Cristo, de los cuales en efecto hubo muchos, ya que el Señor aquí se está dirigiendo a sus propios discípulos, sino a personas que tratasen de pasar por Jesús mismo regresado en gloria para posesionarse de su reino. Esta interpretacion da fuerza peculiar a las palabras: “por tanto, no vayáis en pos de ellos”.

7. Mas cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras no os turbéis—Véase la nota sobre el v. 13, y compárese con Isaías 8:11porque conviene hacerse así; mas aun no será el fin—no “inmediatamente”. Cosas peores tendrán que venir antes que todo termine.

8. principios de dolores serán estos—dolores “como de mujer que está de parto”, con los cuales se comparan las calamidades. (Véase Jeremias 4:31, etc.). Los anales de Tácito nos dicen cómo el mundo romano fué conmovido, antes de la destrucción de Jerusalén, por causa de la rivalidad entre los pretendientes al trono imperial.

9. Mas vosotros mirad por vosotros: porque—“antes de todas estas cosas” (Lucas 21:12); es decir, antes que vengan estas calamidades públicas—os entregarán en los concilios, y en sinagogas seréis azotados—refiriéndose a procesos eclesiásticos contra ellos—y delante de presidentes y de reyes seréis llamados—ante los tribunales civiles, como segundo paso—por causa de mí, en testimonio a ellos—para daros oportunidad de dar testimonio de mí delante de ellos. En los Hechos de los Apóstoles tenemos el mejor comentario sobre este asunto. (Compárese con Mateo 10:17).

10. Y a todas las gentes conviene que el evangelio sea predicado antes—“por testimonio a todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Dios nunca envía juicio sin advertencia previa; y no puede haber duda de que casi todos los judíos esparcidos en los países más conocidos del mundo, habían oído el evangelio de labios de algún testigo, antes del fin de la nación judía. El mismo principio fué repetido, y será repetido hasta “el fin”.

11. Y cuando os trajeren para entregaros, no premeditéis—o “no estéis ansiosos antes de tiempo”—qué habéis de decir, ni lo penséis—Es decir, “No os llenéis de temor ante la perspectiva de tales comparecencias por mi causa, para no traer descrédito sobre mi nombre; no creáis que os sea necesario preparar de antemano lo que habéis de decir”. mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo—Véase el comentario sobre Mateo 10:19.

13. Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre—Mateo (Mateo 24:12) agrega esta intimación importante: “Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos”, es decir, de la generalidad de los discípulos profesos, “se resfriará”.

En la Epistola de Santiago se hallan casos lastimosos de discípulos fieles cuyo amor fué resfriado por causa de la iniquidad que abundaba en ese tiempo, al cual se hace referencia en este pasaje; iniquidad que se manifestó frecuentemente en tiempos posteriores. mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo—Véanse las notas sobre Mateo 10:21; compárese con Hebreos 10:38, que es una alusión manifiesta a estas palabras de Cristo, y con Apocalipsis 2:10. Lucas (Apocalipsis 21:18) agrega estas palabras alentadoras: “Mas un pelo de vuestra cabeza no perecerá”. Nuestro Señor acababa de decir: “y matarán a algunos de vosotros”. (Lucas 21:16) mostrando que esta preciosa promesa dista mucho de significar que serían inmunes al mero daño corporal, y ofrece una clave para la correcta interpretación del Salmo 91, y pasajes semejantes.

14. Empero cuando viereis—“a Jerusalén cercada de ejércitos” (Lucas 21:20), es decir, por ejércitos acampados; en otras palabras cuando viereis la ciudad sitiada, y la abominación de asolamiento, que fué dicha por el profeta Daniel, [Daniel 9:26] que estará donde no debe—es decir, “que estará en el lugar santo” como está explicado en Mateo (Daniel 24:15)—(el que lee—quien lee aquella profecía—entienda)—Que esta “abominación de asolamiento” señala los estandartes romanos como símbolos de un poder idólatra, y por lo tanto, inmundo, puede colegirse comparando lo que Lucas dice en el versículo correspondiente (Daniel 21:20); y en esto concuerdan los comentadores. Es digno de notarse, como confirmación de esta interpretación, que en 1Ma 1:54, el cual, aunque es escritura apócrifa, es historia auténtica, la profecía de Daniel se refiere a la profanación idolátrica que hizo del altar judío Antíoco Epífanes. entonces los que estén en Judea, huyan a los montes—El historiador eclesiástico Eusebio, a principios del siglo cuarto, nos dice que los cristianos huyeron a Pella, en el norte de Perea, siendo “dirigidos proféticamente”, tal vez por alguna intimación profética más explícita que ésta. la cual sería su carta geográfica, y que así fué como ellos se escaparon de las calamidades predichas que ocasionaron la destrucción de la nación judaica.

15. Y el que esté sobre el terrado, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa—es decir, “que descienda por la escalera exterior desde el terrado”. Esta es una manera gráfica de indicar la urgencia extrema del caso, y el peligro de ser tentado por el deseo de rescatar su propiedad, a demorar hasta que la huída fuese imposible.

16. Y el que estuviere en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa. 17. Mas ¡ay de las preñadas, y de las que criaren en aquellos días!—a consecuencia de los sufrimientos agravados que aquellas condiciones traerían consigo.

18. Orad pues, que no acontezca vuestra huída en invierno—cuando la huída fuese peligrosa, o fuesen tentados a postergarla. Mateo (1Ma 24:20): agrega: “ni en sábado”, cuando por temor de violar su descanso sagrado, fuesen tentados a quedarse.

19. Porque aquellos días serán de aflicción, cual nunca fué desde el principio de la creación que crió Dios, hasta este tiempo, ni será—Semejante lenguaje no es extraño en el Antiguo Testamento cuando se hace referencia a tremendas calamidades. Pero según datos históricos fidedignos, sabemos con certeza que durante la guerra judía hubo sufrimientos que en complejidad y número superaron a todos los demás: como el relato de Josefo, examinado cuidadosamente y clasificado bajo diferentes encabezamientos, lo comprueba.

20. Y si el Señor no hubiese abreviado aquellos días, ninguna carne—es decir, ningún ser humano—se salvaría; mas por causa de los escogidos que él escogió, abrevió aquellos días—Si no hubiese sido por este “acortamiento” misericordioso, producido por una maravillosa combinación de causas, habría perecido toda la nación, en la cual todavía quedaba un resto que sería sacado de allí más tarde. Lucas cierra esta porción de la profecía con esta vívida pero importante reseña de las fortunas subsiguientes del pueblo escogido: “Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones: y Jerusalem será hollada de las gentes, hasta que los tiempos de las gentes sean cumplidos” (Lucas 21:24). El lenguaje como también la idea de esta afirmación notable son tomados de Daniel 8:10, Daniel 8:13. ¿Cuál es pues su significado aquí? Primero da a entender que vendrá el tiempo cuando Jerusalén dejará de ser “hollada por los gentiles”; como lo fué entonces por los paganos, y desde entonces y hasta ahora por los mahometanos. Además, da a entender que el período cuando esta holladura de los gentiles ha de cesar, será cuando “los tiempos de las gentes sean cumplidos”. Pero ¿qué quiere decir esto? Podemos colegir el sentido de ello de Romanos cap. 11, en el cual los propósitos y el proceder de Dios para con el pueblo escogido, desde el principio hasta el fin, son tratados en detalle. En el v. 25 de aquel capítulo son reproducidas estas palabras del Señor así: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis acerca de vosotros mismos arrogantes: que el endurecimiento en parte ha acontecido en Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los Gentiles”. Véase la exposición de aquel versículo, de la cual aparecerá que “hasta que haya entrado la plenitud de los Gentiles”, o usando la fraseología del Señor: “hasta que los tiempos de las gentes sean cumplidos”, no quiere decir: “hasta la conversión general del mundo a Cristo”, sino “hasta que los gentiles hayan ocupado su lugar en la iglesia por un período de tiempo completo, igual al período que los judíos habían ocupado antes que ellos”. Después de aquel período de gentilismo, como el que antes había existido de judaísmo, “Jerusalem” e Israel, siendo no más “hollados por los gentiles”, sino “ingeridos en su oliva” (Romanos 11:24) constituirán con los gentiles creyentes una iglesia de Dios, y llenarán todo el mundo. ¡Qué cuadro tan esplendente se presenta ante nuestra vista!

21. Y entonces si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; o, He aquí, allí está, no le creáis—Así como en Lucas 17:23. Nadie puede leer el relato de Josefo de lo que sucedió antes de la destrucción de Jerusalén, sin ver cuán sorprendentemente todo esto se cumplió.

22. para engañar, si se pudiese hacer, aun a los escogidos—Dando a entender con esto, que aunque se trataría de engañar a los escogidos, no lo lograrían. ¡Qué seguridad tan preciosa! Compárese con 2 Tesalonicenses 2:9).

23. Mas vosotros mirad; os lo he dicho antes todo—El acababa de decirles que la seducción de los elegidos sería imposible, pero como ésta sería casi lograda, les manda que estén alertas para prevenir aquella catástrofe. En Mateo (2 Tesalonicenses 24:26) tenemos algunos detalles más: “Así que, si os dijeren: He aquí en el desierto está; no salgáis: He aquí en las cámaras, no creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre” (Véase la nota sobre Lucas 17:23). “Porque donde quiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas”. (Véase la nota sobre Lucas 17:37).

24. Empero en aquellos días, después de aquella aflicción—“Y luego después de la aflicción de aquellos días” (Mateo 24:29)—el sol se obscurecerá, y la luna no dará su resplandor. 25. Y las estrellas caerán del cielo—“y en la tierra angustia de gentes por la confusión del sonido de la mar y de las ondas; secándose los hombres a causa del temor y expectación de las cosas que sobrevendrán a la redondez de la tierra” (Lucas 21:25)—y las virtudes que están en los cielos serán conmovidas—Aunque la grandeza de este lenguaje nos lleva a pensar sólo en la segunda venida de Cristo, sin detenernos en ningún otro período, sin embargo estas expresiones que describen la segunda venida del Señor son usadas también al describir terribles juicios nacionales: como el de Babilonia (Isaías 13:9); de Idumea (Isaías 34:1, Isaías 34:4, Isaías 34:8); de Egipto (Ezequiel 32:7); compárese también con el Salmo 18:7; Isaías 24:1, Isaías 24:17; Joel 2:10, etc. No podemos, pues, considerar que la fuerza de este lenguaje es una prueba de que se refiera exclusiva o principalmente a los acontecimientos precursores del día final, aunque, naturalmente, en “aquel día” tendrá su cumplimiento más terrible.

26. Y entonces verán al Hijo del hombre que vendrá en las nubes con mucha potestad y gloria—En Mateo 24:30, esto se explica más completamente: “Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre”, etc. Que este lenguaje halla su más alta interpretación en la segunda venida de Cristo, es lo más seguro. Pero preguntamos: ¿Es éste el sentido primario del versículo? Ahora, si el lector busca Daniel 7:13, y une con este pasaje los versículos anteriores, hallará, nos parece, la verdadera clave al sentido que expresa nuestro Señor aquí. Allí los poderes que oprimieron a la iglesia, simbolizados por animales silvestres rapaces, son citados ante el tribunal del Gran Dios, quien como el Anciano de gran edad se sienta, con sus asesores, sobre un trono ardiente; y “millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él: el Juez se sentó, y los libros se abrieron”. ¿Quién, guiado por las palabras mismas dudaría de que ésta fuera la descripción del juicio final? Sin embargo, esto no es sino la descripción de un gran juicio temporal en contra de cuerpos organizados de hombres, por su persistente hostilidad hacia el reino de Dios sobre la tierra. Bien, después de que fué pronunciada y ejecutada la condena en contra de ellos, y el lugar quedó así preparado para el desarrollo libre del reino de Dios sobre la tierra, ¿qué sigue?: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí en las nubes del cielo como un hijo de hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de grande edad, e hiciéronle llegar (los asistentes angélicos) delante de él”. ¿Con qué propósito? Para recibir la investidura en el reino, que, como Mesías, de derecho le pertenecía. Por tanto, se agrega: “Y fuéle dado señorío, y gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguajes le sirvieron; su señorío, señorío eterno, que no será transitorio, y su reino que no se corromperá”. (Daniel 7:12) Comparando esto con las palabras de nuestro Señor, nos parece a nosotros que la frase “verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con mucha potestad y gloria” (sobre esta frase, véase la nota sobre Juan 1:51), significa que cuando la venganza hubiera sido ejecutada sobre Jerusalén, y el terreno hubiera quedado así despejado para el libre establecimiento de su propio reino, sus verdaderas reclamaciones y derechos serían afirmados y manifestados visible y gloriosamente. Véase la nota sobre Lucas 9:28 (con sus pasajes paralelos en Mateo y Marcos, en donde se emplea casi el mismo lenguaje, y donde difícilmente se puede entender otra cosa más que el establecimiento pleno y libre del reino de Cristo en ocasión de la destrucción de Jerusalén. Pero ¿qué significa aquella “señal del Hijo del hombre en el cielo” a que se refiere Mateo (Lucas 24:30)? Los intérpretes no están de acuerdo en lo que esto significa. Pero así como antes que viniera Cristo para destruir a Jerusalén se vieron algunos portentos espantosos, así antes de su aparición personal es probable que algo análogo sea contemplado, aunque sería en vano pronosticar de qué naturaleza será.

27. Y entonces enviará sus ángeles—“con gran voz de trompeta” (Mateo 24:31)—y juntará sus escogidos, etc.—Así como las tribus de Israel antiguamente eran juntadas al sonido de las trompetas (Éxodo 19:13, Éxodo 19:16, Éxodo 19:19; Levítico 23:24; Salmo 81:3), así cualquier asamblea poderosa del pueblo de Dios, por mandato divino, se representa como juntada por el sonido de la trompeta (Isaías 27:13; compárese con Apocalipsis 11:15); y el ministerio de los ángeles, quienes eran empleados en todas las grandes ocasiones, aquí se presenta como la agencia por la cual la presente asamblea de los escogidos es efectuada. Lightfoot lo explica así: “Cuando Jerusalén sea reducida a cenizas, y aquella nación malvada sea cortada y rechazada, entonces el Hijo del hombre enviará sus ministros con la trompeta del evangelio, y ellos juntarán a sus escogidos de entre las diferentes naciones, desde las cuatro esquinas de la tierra; de modo que no le faltará iglesia a Dios, aunque aquel antiguo pueblo sea rechazado y desechado ya que, una vez destruída la antigua iglesia judía, una iglesia nueva será llamada de entre los gentiles”. Aunque algo semejante parece ser el principal sentido del versículo eh relación con la destrucción de Jerusalén, nadie puede dejar de ver que aquel lenguaje se extiende más allá de la reunión de una familia humana en una iglesia sobre la tierra, y conduce el pensamiento más adelante hasta aquella asamblea de la iglesia “a la final trompeta” (1 Corintios 15:52), para encontrarse con el Señor en el aire, con lo cual termina la presente escena. Sin embargo, no es éste, a nuestro parecer, el tema directo de la predicción; porque el versículo siguiente limita toda la predicción a la generación existente en aquel entonces.

28. De la higuera aprended la semejanza—Es decir, “de la higuera aprended esta parábola”, o la lección importante que ésta enseña. Cuando su rama ya se enternece, y brota hojas, conocéis que el verano está cerca. 29. Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas—más bien, “haciéndose estas cosas” progresivamente—conoced que está—“el reino de Dios” (Lucas 21:31)—cerca, a las puertas—eso es, la completa manifestación de él; porque hasta entonces no se le permitía un desarrollo completo. En Lucas (Lucas 21:28) las palabras siguientes preceden a éstas: “Y cuando estas cosas comenzaren a hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca”—la redención de ellos, en primera instancia, de la opresión judía (1 Tesalonicenses 2:14; Lucas 11:52); pero en el sentido superior de estas palabras, quiere decir la redención de todas las opresiones y miserias del presente estado en la segunda aparición del Señor Jesús.

30. De cierto os digo que no pasará esta generación, que todas estas cosas no sean hechas—o “cumplidas” (Mateo 24:34; Lucas 21:32). Sea que entendamos que esto quiere decir que el todo sería cumplido dentro de los límites de la generación corriente en aquel entonces, o según la manera usual de hablar, que la generación existente entonces no pasaría sin ver un cumplimiento empezado de esta predicción, los hechos concuerdan enteramente. Ya sea que el todo fuese cumplido en la destrucción lograda por Tito, según piensan muchos; o, si lo ampliamos según opinión de otros, aun la completa dispersión de los judíos un poco más tarde, bajo Adriano, no obstante, todos los requisitos de las palabras de nuestro Señor parece que fueron cumplidos.

31. El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán—Esta es la expresión más fuerte de la autoridad divina con que Jesús hablaba; no como Moisés o Pablo habrían podido decir de su propia inspiración, porque semejante lenguaje sería incongruente en alguna boca meramente humana.

Advertencias a que se Preparasen para la Venida de Cristo, Sugeridas por la Profecía Anterior (vv. 32-37). Se notará que en la profecía anterior, al acercarse nuestro Señor a la crisis del día de venganza sobre Jerusalén y la redención de la iglesia al punto donde la analogía entre aquel día y el día de venganza y redención finales se hace más llamativa, su lenguaje se eleva y se extiende más allá de toda venganza temporal y parcial, y aun más allá de todas las liberaciones y expansiones terrenales, y nos introduce irresistiblemente en las escenas del día final. Por lo tanto, en estos seis versículos finales, es evidente que una preparación para “aquel día” es lo que nuestro Señor se propone ahora inculcar.

32. Empero de aquel día y de la hora—es decir, del tiempo exacto—nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre—Esta declaración notable acerca de “el Hijo” es peculiar a Marcos. Si esto quiere decir que el Hijo en aquel momento no estaba en posesión del conocimiento mencionado, o sencillamente que este dato no estaba entre las cosas que él había recibido para comunicar a los hombres, ha sido asunto de mucha controversia aun entre los creyentes más firmes en la doctrina de la divinidad de Cristo. La segunda interpretación fué aceptada por algunos de los antiguos “padres” más eminentes, y por Lutero, Melanchton y la mayoría de los ancianos luteranos; así como también por Bengel, Lange, Webster y Wilkinson. Crisóstomo y otros entendían que como hombre nuestro Señor ignoraba esto. Y es entendido literalmente por Calvino, Grocio, De Wette, Meyer, Fritzsche, Stier, Alford y Alexander.

33. Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. 34. Como el hombre que partiéndose lejos, etc.—Hasta aquí, la idea es similar a aquélla con que comienza la parábola de los talentos (Mateo 25:14). y al portero mandó que velase—señalando el deber oficial de los ministros de religión de advertir tocante al peligro que se acerca.

35. Velad pues, porque no sabéis cuándo el señor de la casa vendrá; si a la tarde, o a la media noche, o al canto del gallo, o a la mañana—haciendo alusión a las cuatro velas romanas de la noche.

36. Porque cuando viniere de repente, no os halle durmiendo—Véase la nota sobre Lucas 12:35, Lucas 12:42.

37. Y las cosas que a vosotros digo—este discurso, como se recordará, fué pronunciado en privado—a todas las dijo: Velad—Previendo y encargando así a sus discípulos la difusión de sus enseñanzas y la perpetuación de ellas por todo el tiempo.

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