Amémonos unos a otros. Esta es la amonestación repetida de San Juan, el evangelista, tanto en esta epístola como hasta el final de su vida, como lo relata San Jerónimo en su Epista. ad Galat. (cap. vi. tom. 4, parte 1, p. 414) que el apóstol siendo muy anciano, y cuando fue llevado a las reuniones de la Iglesia de los cristianos, queriendo darles alguna exhortación, apenas dijo nada, excepto "amor unos y otros;" y siendo tedioso para sus discípulos escuchar siempre lo mismo, desearon alguna otra instrucción, a quien (dice S.

Jerónimo) dio esta respuesta, digna de San Juan: que este era el precepto de nuestro Señor, y que si se cumplía, era suficiente. --- La caridad es de Dios, es amor, es fuente y manantial de toda bondad y misericordia, infinitamente buena en sí mismo, y en su amor y misericordia hacia los hombres. Este amor y caridad de Dios ha aparecido al enviar a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.

Véase John i. 14. --- Por tanto, habiéndonos amado Dios primero, (ver. 10) cuando éramos pecadores y sus enemigos, no seamos tan ingratos como para no amarlo, y amarnos unos a otros según su ejemplo. (Witham)

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad