Esto tiene que ser verdad, porque él es Dios, quien nos confirmó con vosotros, tanto a nosotros como a vosotros en Cristo, en la fe y la gracia de Cristo crucificado, que nos ungió con las gracias divinas, que nos selló, como estábamos, por un carácter indeleble, en los sacramentos del bautismo, la confirmación y la ordenación, cuando fuimos hechos ministros de Cristo, quien de esta manera ha dado la prenda [5] de su Espíritu Santo en nuestros corazones, una garantía suficiente y sincero de sus gracias en esta vida, y de la gloria que ha preparado para nosotros en la próxima.

(Witham) --- Por estos textos, y Efesios IV., La Iglesia Católica enseña, que estamos ungidos y consagrados al servicio de Dios, y sellados con una marca espiritual y distintiva, llamada por los teólogos, un carácter (ver San Jerónimo en Efesios IV .; San Cirilo, cateques.17) que, como es indeleble, nunca se puede repetir. Lo mismo ocurre con la confirmación y las sagradas órdenes. Ver San Agustín, cont. Parm. Cap. xiii. & Conc. Tarrac. Cap. vi.

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