Querubines. Ángeles del más alto orden y de una figura muy compleja, a diferencia de cualquier criatura viviente. Theodoret supone que Dios obligó a Adán a retirarse de esa morada que alguna vez fue encantadora, por la aparición de horribles espectros. También se impidió que los demonios vinieran aquí, para que no arrancaran el fruto del árbol de la vida y, prometiendo la inmortalidad, atrajeran a los hombres a su servicio. La espada de fuego, podría ser un fuego que se eleva desde la tierra, del cual Grocio cree que los pozos, cerca de Babilonia, son todavía vestigios.

Estas terribles indicaciones de la ira divina probablemente desaparecerían cuando el Paraíso hubiera perdido su belleza superior y se confundiera con los países circundantes.Así hemos visto cuán rápidamente describe Moisés la creación de todas las cosas, la caída del hombre y la redención prometida. Pero en estas pocas líneas, descubrimos una solución a las muchas dificultades que han dejado perplejos a los eruditos, respecto a estos temas tan importantes.

Sabemos que el mundo no es efecto del azar, sino creado y gobernado por la divina Providencia. Ya no estamos perdidos para explicar el sorprendente contraste entre el bien y el mal, observable en un mismo hombre. Cuando hemos considerado con atención el Antiguo Adán y el Nuevo, encontramos una pista que nos guiará a través de todos los laberintos de nuestra Santa Religión. Podríamos desear, quizás, un mayor detalle en Moisés, pero dejó que el resto lo proporcionara la tradición.

Ha arrojado suficiente luz sobre los sujetos, para guiar a los bien dispuestos, y ha dejado suficiente oscuridad para humillar y confundir a los presuntuosos y malvados, que amaban las tinieblas más que la luz. (Calmet) --- Con respecto a las transacciones de estos primeros tiempos, los padres sin duda tendrían cuidado de instruir a sus hijos, de boca en boca, antes de que se escribiera cualquiera de las Escrituras; y Moisés podría obtener mucha información de la misma fuente, ya que muy pocas personas formaron la cadena de la tradición, cuando vivieron tantos cientos de años.

Adán conversaría con Mathusalem, quien conocía a Sem, ya que éste vivió en los días de Abram. Isaac, José y Amram, el padre de Moisés, fueron contemporáneos: para que siete personas pudieran recordar lo que había sucedido 2500 años antes. Pero para dar derecho a estos relatos a una autoridad absoluta, interviene la inspiración de Dios; y así estamos convencidos de que ninguna palabra de los escritores sagrados puede ser cuestionada. (Haydock)

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