El Espíritu Santo cayó sobre todos ellos y dio a conocer su venida de alguna manera visible y señales exteriores, como en el día de Pentecostés. Los cristianos que habían venido con San Pedro, que antes habían sido judíos, se sorprendieron al ver que tan extraordinarios dones del Espíritu Santo se daban a los gentiles incircuncisos. (Witham)

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