Quizás, en el primer caso de reflexión, resulte chocante para nuestras ideas, que un Dios deba habitar en un cuerpo humano; pero ¿no emite el sol sus rayos a todo tipo de lugares, sin detrimento de su pureza? Cuánto más el Sol de justicia, asumiendo un cuerpo purísimo, formado con la sangre más pura de la Virgen sin mancha, no sólo quedaría libre de la menor mancha, sino que incluso impartiría santidad adicional a su Madre virgen. (Santo Tomás de Aquino)

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