Después de las fatigas de la predicación y la enseñanza, Jesús al anochecer abandonó el templo, como en el griego, eporeueto apo tou ierou, y se dirigió hacia el monte de los Olivos, donde solía pasar sus noches, como aprendemos de San Lucas, Cap. xxi. ver. penúltima sílaba. [yo nunca. 37.] (Jansenius) ---Sus discípulos vinieron a mostrarle los edificios, no movidos por la curiosidad, porque los habías visto con frecuencia antes, sino por lástima; porque en una ocasión anterior, y apenas antes en Jerusalén, había amenazado con la destrucción del templo y la ciudad, esperando que el esplendor y la magnificencia de una estructura tan fina, consagrada a Dios, pudiera alterar su determinación, como San Hilario [ S t. Hilary] observa. Pero la ira de Dios, provocada por los pecados, no se aplaca con piedras y edificios. Por tanto, les respondió: (Jansenius)

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