Sol. Aquí parece residir Dios, (Ferrand) y resplandece la magnificencia de sus obras, de tal manera que casi todas las naciones han ofrecido honores divinos al sol, y hasta los maniqueos lo adoraban, imaginando que era el mismo cuerpo de Jesucristo. (San Agustín, contra Faust. Xiv. 12., y xx. 6.) --- hebreo, "Para el sol él ha puesto una tienda en ellos", los cielos, (San Jerónimo; Haydock) o los extremos del mundo.

Los judíos suponían que los cielos descansaban como una tienda sobre la tierra. (Calmet, Diss.) --- La preposición hebrea l, puede tener (Haydock) diferentes significados, ad solem posuit, etc. "Colocó una tienda en ellos, al sol o para el sol". La idea de la Vulgata es más noble, pero no excluiríamos a la otra, que es muy buena, (Berthier) y obvia el craso error de los maniqueos. (Amama) --- La Vulgata puede admitir la fig.

hypallage, (M. Geneb.) como dicen los buenos autores dare classibus austros, y así puede significar "puso el sol en su tienda". (Haydock) --- Este enorme cuerpo no necesita ningún vehículo, ni tienda, sino a sí mismo. (Diodoro) --- Fue colocado en el firmamento al principio, (Génesis i. 16.) y todavía realiza sus revoluciones exactamente. (Haydock) --- Gigante. Los modernos interpretarían a "un hombre fuerte"; y Bythner comenta que la masa de un gigante lo haría menos apto para correr, como si los luchadores más fuertes no fueran a menudo los más activos.

(Berthier) --- El sol se representa como un héroe en algunos de los juegos antiguos. San Agustín y San Jerónimo explican todo esto de Jesucristo, que difunde la luz y el calor de su gracia por todo el mundo. (Calmet) --- Reside siempre con la Iglesia, y nunca se divorcia de ella. (Worthington)

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