Ahora, los hombres observaron diligentemente si algo saldría de él, si daría una respuesta favorable, y lo captaron apresuradamente; y dijeron: Tu hermano Ben-adad. Al repetir la declaración de Acab, le hicieron cumplir su palabra. Luego dijo: Id, tráelo. Entonces Ben-adad se le acercó; e hizo que subiera al carro. Lejos de tratarlo como a un cautivo, que debería haber sido ejecutado, le dio todo el honor de un rey de igual rango, como si Ben-adad no fuera culpable de un ataque no provocado contra Israel.

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