¿Ves cómo Acab se humilla delante de mí? Porque se humilló delante de mí, no traeré el mal en sus días; pero en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa. Así se aplazó el castigo y los hijos cargaron con las fechorías del padre, que lo siguieron en sus malos caminos. Es algo terrible despreciar y rechazar la bondad y la severidad de Dios, porque el fin está destinado a ser muerte, destrucción eterna.

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