¿Ves cómo Acab se humilla ante mí? Su humillación fue real, aunque no duradera, y en consecuencia agradable a Dios. Esto descubre la gran bondad de Dios y su disposición a mostrar misericordia: nos enseña a prestar atención a lo que es bueno, incluso en el peor de los hombres: da una razón por la que los malvados a menudo prosperan; Dios recompensa lo poco bueno que hay en ellos y anima a los verdaderos arrepentidos. Si incluso Acab va a su casa indultado, sin duda irá a sus casas justificado.

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