Entonces David, que actuaba en su lugar, Abisai, tomó la lanza y el cántaro de agua de la cabecera de Saúl; y los recogen; y nadie lo vio, ni lo supo, ni despertó; porque todos estaban dormidos, porque un sueño profundo de parte del Señor había caído sobre ellos, expresando así Jehová Su aprobación por la expedición de David. Esa es la disposición de los hijos de Dios, no para buscar su propia venganza, sino para poner su asunto en manos del Señor, porque Él ha dicho: "Mía es la venganza, yo pagaré".

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