Pero si me decís: En el Señor, Dios nuestro, confiamos, ¿no es aquel cuyos lugares altos y altares Ezequías quitó, y dijo a Judá y a Jerusalén: 'Adoraréis delante de este altar en Jerusalén? El argumento es que Dios seguramente no estaría con quien había destruido todos los lugares de culto en todo el país y confinado el culto del pueblo a un solo lugar, sino con el rey asirio, que había tomado posesión del país, cuyo éxito demostró que tenía razón.

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