Pero si decís: Confiamos en el Señor, sus débiles argumentos aquí proceden de su ignorancia del Dios en quien Ezequías confiaba y de su ley. ¿No es aquél cuyos lugares altos, etc., Ezequías quitó? De ese modo, le robaron el culto y el servicio que tenía en esos lugares. Así habla con valentía de aquellas cosas que no entendía, calificando eso de un crimen que era una gran virtud, y juzgando al gran Dios por sus dioses falsos y mezquinos, y de la adoración de Dios según las vanas fantasías de los paganos, que medían piedad por la multitud de altares.

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