Entonces dijo a Giezi: Cíñete los lomos para un viaje rápido, toma mi báculo en tu mano y vete. Si te encuentras con algún hombre, no le saludes; y si alguien te saluda, no le respondas; no debía permitir que ninguna demora interfiriera en su viaje, porque era el representante del profeta, y su misión requería prisa y concentración. Y pondré mi báculo sobre el rostro del niño. La colocación del bastón del profeta en el rostro del niño no tenía la intención de actuar como magia, sino que tenía el propósito de quitar de la mente de los hombres todas las ideas supersticiosas.

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