Y cuando llegaron a la era de Nachón, un piso permanente a lo largo del camino que conduce a Jerusalén, probablemente cubierto con un techo, Uza extendió su mano hacia el arca de Dios y la tomó, porque los bueyes la sacudían; al dar un paso al costado del camino o al resbalar, empujaban el arca, de modo que parecía a punto de caerse.

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