Y los cánticos del Templo, originalmente destinados a transmitir el espíritu del mayor regocijo, serán aullidos en ese día, gritos del más profundo dolor y duelo por la gran cantidad de muertos, dice el Señor Dios. Habrá muchos cadáveres en todo lugar; los echarán fuera en silencio, amonestando a callar, a postrarse en silencio bajo la terrible severidad del juicio divino. Si un pecador reconoce su pecado, también estará listo para inclinarse en silencio y humildad bajo la mano de Dios cuando le sobrevenga algún castigo.

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