Eres hermosa, oh amada mía, con una justicia incomparable, como Tirsa, la hermosa ciudad del reino del norte que Jeroboam eligió para su residencia, 1 Reyes 14, 17, hermosa como Jerusalén, la ciudad capital alabada sobre todas las demás ciudades del mundo, terrible como un ejército con estandartes, una hueste victoriosa, llevando todo por delante.

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