Pero si no me hacéis conocer el sueño, hay un solo decreto para vosotros, una y la misma sentencia de condenación los golpeará a todos: porque habéis preparado palabras mentirosas y corruptas para hablar ante mí, viles tergiversaciones, mediante las cuales lo mantuvieron por tonto, hasta que cambiara el tiempo, hasta que por alguna suerte de suerte pudieran tomar posesión del secreto, o hasta que el rey retirara su demanda.

Por tanto, dime el sueño, que él reconocerá inmediatamente, y sabré que tú puedes mostrarme su interpretación. Para Nabucodonosor estaba claro que los sabios no podían revelar cosas ocultas y, por lo tanto, concluyó que la interpretación que ofrecerían en caso de que descubrieran el contenido del sueño sería, en el mejor de los casos, meras conjeturas.

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