Entonces el rey se fue a su palacio y pasó la noche ayunando, sin poder dormir ni comer por la preocupación de la suerte de Daniel; ni se le trajeron instrumentos de música, más bien, "ni se le llevaron concubinas"; y su sueño se fue de él, estaba en verdadera angustia, decididamente incómodo a causa del curso en el que había sido arrastrado.

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