Y en cada provincia y en cada ciudad adonde llegaba el mandamiento del rey y su decreto, los judíos tenían gozo y alegría, una fiesta y un buen día, porque el peligro amenazante se había evitado, lo cual era motivo suficiente para una fiesta. Y muchos de los habitantes de la tierra se hicieron judíos, prosélitos de la fe judía; porque el temor de los judíos cayó sobre ellos, vieron en todos estos eventos la mano gobernante de Dios y, por lo tanto, reconocieron a Aquel que evidentemente estaba del lado de los judíos. En el tiempo del Nuevo Testamento también hay momentos especiales de gracia, cuando Dios hace grandes cosas por Su Iglesia y, por lo tanto, muchos corazones se vuelven a Él con verdadera fe.

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