no se vieron ni se levantaron de su lugar en tres días. Este fue otro signo de la gran ira de Dios y uno de los que apuntan hacia el Juicio final, una oscuridad pesada y continua, que no fue iluminada por un solo rayo de luz durante tres días. Pero todos los hijos de Israel tenían luz en sus moradas; la tierra de Gosén, donde habitaban, no fue incluida en la plaga.

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