Y seréis para mí hombres santos, apartados como una nación peculiar; ni comeréis carne desgarrada por las bestias en el campo; lo echaréis a los perros. Como pueblo consagrado al Señor en el primogénito, debían abstenerse de comer carne inmunda, a la que pertenecían y que habían sido tomados por bestias de presa. Los cristianos también se abstendrán de todas las prácticas que contaminen el corazón y la mente y se alegrarán de ofrecer al Señor sus ingresos de todas las fuentes.

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