Tú también, que has juzgado a tus hermanas, condenándolas por sus transgresiones y, con conducta hipócrita, considerándose mejor que ellas, soportas tu propia vergüenza por tus pecados, que has cometido más abominables que ellas, cometidos a pesar de la posesión de Jerusalén de la Ley de Dios; son más justos que tú, es decir, a modo de comparación; sí, avergüénzate también y lleva tu vergüenza por haber justificado a tus hermanas, haciéndolas parecer casi inocentes en comparación con su propia culpa.

Siempre es una caída mayor y más profunda si las personas que han estado en posesión de la verdad, que han disfrutado de ventajas inusuales en el asunto de la misericordia de Dios, se apartan del camino de la justicia que si los que no están familiarizados con la santidad de Dios vivieran en los pecados. que siempre han seguido, con poca o ninguna idea del mejor camino.

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