Y tú, hijo de hombre, ministro del Señor a pesar de su natural fragilidad, no les temas, con una timidez provocada por la insolencia insultante de sus oyentes, ni temas sus palabras, con las que desafiarían su autoridad y ridiculizar su testimonio, aunque cardos y espinas estén contigo, es decir, en las personas de esta gente refractaria y hostil, y tú moras entre escorpiones, arácnidos, con picaduras venenosas en sus colas, este nombre se aplica adecuadamente a tan peligrosos personas que se opondrían a las labores del profeta; no temas por sus palabras, ni te acobardes ante su apariencia, aunque sea una casa rebelde. La prueba de la comisión divina de Ezequiel se exhibiría en el cumplimiento de sus profecías, y de ese modo los enemigos serían confundidos.

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