He aquí, el asirio, emperador y pueblo, toda la nación, era un cedro en el Líbano, distinguido por su belleza y excelencia, con hermosas ramas, es decir, hermosas y espesas de follaje, y con una mortaja de sombra, con un matorral de ramas que proyecta una sombra sólida y de gran estatura; y su copa estaba entre las gruesas ramas, llegaba hasta el borde de las mismas nubes del cielo.

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