Y a todo animal de la tierra y a toda ave de los cielos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra en que hay vida, le he dado toda hierba verde por comida. Y así fue. Ese era el alimento que el Señor había provisto y destinado a los animales de toda descripción, ya fueran mamíferos o aves o reptiles o de cualquier otro tipo, a saber, la tierna hierba verde y la vegetación. De ello se deduce, entonces, que ni el hombre usó alimento para animales antes de la Caída, ni hubo bestias de presa que acecharan a sus presas; todos vivieron juntos en perfecta armonía y participaron de la comida que el Señor les proporcionó en la medida más rica.

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