Y puso Adán nombre a todo ganado y aves de los cielos ya todo animal del campo; pero para Adán no se halló ayuda idónea para él. Este es un comentario entre paréntesis, preparándose para el siguiente párrafo. Esto había hecho el Señor después de la creación del hombre: tomó las bestias del campo y las aves del cielo, tal como habían sido llamadas a la existencia de la tierra por su palabra omnipotente, y las trajo al hombre para dar a este último la oportunidad adecuada para ejercitar su mente brillante dando a cada animal el nombre que le correspondía, que le correspondía de acuerdo con su estructura y forma de vida.

Y tan grande fue la comprensión de Adán, tan entusiasta fue su mente para penetrar en las maravillas de la creación de Dios que dio a todos los animales, tanto a las aves como a los animales de caza del campo, los nombres que los distinguían con la mayor exactitud. . Pero entre todos estos no había uno que fuera su conversador, que le correspondiera, que lo complementara. Ningún animal era apto para el compañerismo íntimo con el hombre, debido a la total disimilitud de cuerpo y espíritu.

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