Ay de ti que despojas, y no fuiste echado a perder, siendo la hostilidad del invasor asirio un tipo de la enemistad de la potencia mundial hacia la Iglesia de Dios; y se comportaron traidoramente, invadiendo el país con el propósito de robar, y no te trataron traidoramente, ya que el acto hostil no fue provocado en absoluto. Cuando dejes de estropear, cuando se haya alcanzado la medida del daño que incluían los planes de Dios, serás echado a perder; y cuando pongas fin a la traición, ellos te tratarán con traición. El texto indica claramente que el castigo de quien había quedado impune ciertamente vendría sobre él. La amenaza del profeta ahora se convierte en una súplica al Señor.

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