La voz, alguien con autoridad hablando desde el cielo, dijo: ¡Clama, clama, anuncia! Y él, una voz en la tierra que representa a todos los verdaderos predicadores de justicia, dijo: ¿Qué clamaré? ¿Cuáles serán los contenidos de su predicación? Y la respuesta desciende del cielo: Toda carne es hierba, todos los seres humanos son mortales, transitorios, perecederos, sujetos a la muerte y la descomposición, y toda su bondad, todo el espectáculo exterior y la pompa de los hombres, es como la flor del campo, alcanzando apenas una madurez temprana antes de marchitarse.

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