No me has traído los animales pequeños de tus holocaustos, para expiar la condición general de pecaminosidad y para dedicarse a Jehová; ni me has honrado con tus sacrificios, a fin de establecer y mantener la relación de dependencia provocada por la misericordia de Dios impartida en la Palabra. No te hice servir con una ofrenda, el sacrificio incruento que expresaba la alabanza de Dios por parte de sus santos, ni te cansé con incienso, que significaba las oraciones de los creyentes.

Antes de que el Señor llamara a los patriarcas y designara a sus descendientes como el pueblo santificado para Él, ellos no lo habían buscado, Su selección de Abraham y de los hijos de Israel era un asunto de Su gracia y misericordia únicamente.

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