Se alimenta de ceniza; un corazón engañado lo ha desviado, o, más enfáticamente, "El que vela por las cenizas, un corazón necio lo ha descarriado", que no puede librar su alma, su idolatría lo lleva a la condenación eterna, ni decir: ¿No hay un yace en mi mano derecha? La ceguera espiritual es siempre, en primera instancia, autoinfligida; el que persiste en ella está eternamente perdido. Por otro lado, los creyentes, los hijos de Dios, los verdaderos miembros del Israel espiritual, están en feliz posesión de su liberación, del perdón de sus pecados.

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