He aquí, ayunáis para la contienda y el debate, mientras ellos practicaban su perversa opresión, hacían una gran demostración de su supuesta piedad, y golpeaban con el puño de la maldad, sin vacilar ni siquiera en dar golpes para tiranizar a sus trabajadores; no ayunaréis como hoy para que vuestra voz se oiga en lo alto. Su ayuno no era más que un espectáculo hipócrita, carente de la esencia de la práctica; porque el ayuno adecuado presupone un corazón lleno de arrepentimiento, suplicando al Señor perdón y misericordia.

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