Por tanto, no escuchéis a vuestros profetas, los líderes autoproclamados de esta clase, ni a vuestros adivinos, aquellos que insistieron en que podían descubrir el futuro, ni a vuestros soñadores, literalmente, "vuestros sueños", para mostrar la vanidad de tales una confianza, ni a sus encantadores, ni a sus hechiceros, las dos últimas clases haciendo uso de la brujería para engañar al pueblo que les habla, diciendo: No serviréis al rey de Babilonia,

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