Su lengua es como una flecha lanzada, un proyectil afilado y mortal; habla engaño, siendo ésa la carga de la queja del Señor a lo largo de este pasaje; uno habla pacíficamente con su prójimo con su boca, sin profesarle nada más que bondad y buena voluntad, pero en el corazón pone su espera, preparando su emboscada para dañar y matar a su prójimo.

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