Tras ella ruge una voz, el trueno sigue tras el relámpago; Truena con la voz de Su excelencia, en señal de Su gran majestad; y Él no los detendrá, ni detendrá los relámpagos, cuando se escuche Su voz, porque a medida que se acerca la tormenta, el relámpago y el rugido del trueno siguen en rápida sucesión, y hay un estruendo casi ininterrumpido.

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