Lo toma con los ojos; su nariz atraviesa trampas. El hebreo parece más bien una pregunta desafiante: ¿Alguien lo tomará ante sus ojos, con fuerza abierta, o le perforará la nariz con cuerdas? La respuesta está implícita: ningún hombre se atreverá a emprender un ataque tan peligroso; la única forma de tomar al hipopótamo es por astucia, en trampas. Este cuadro fue pintado ante los ojos de Job para hacerle darse cuenta de su propia insignificancia, porque uno de sus propios semejantes, enteramente en el poder de la providencia de Dios, era más poderoso que él mismo. ¡Qué poca razón tenía, entonces, para la arrogancia y la vanidad!

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