sin embargo, el hombre nace para la angustia, el hombre, siendo seducido por su propia lujuria, heredado desde los tiempos de Adán, comete pecado y, como consecuencia, se acarrea la miseria, mientras las chispas vuelan hacia arriba, llevadas a lo alto por el calor engendrado en el fuego. Hasta aquí la condición natural del hombre.

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