Y sucederá, durante este gran período de preparación del Señor para el Juicio final, durante todo el período mesiánico, que todo aquel que invocare el nombre del Señor, confesando a Jehová y aceptándolo como el único Salvador de la humanidad, será ser librado, salvo de la ira venidera; porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá liberación, el mensaje del Evangelio proclamado en y por la Iglesia de Dios traerá redención y la seguridad de la vida eterna a todos los creyentes, como el Señor ha dicho, y en el remanente a quien el Señor llamará. , es decir, el resto de acuerdo a la elección de gracia, las personas a quienes el Señor ha escogido de entre todas las naciones de la tierra.

Esta gloriosa promesa se ofrece hasta el día de hoy a todos los que se vuelven al Señor con arrepentimiento y fe, confesando Su nombre como el único Salvador e invocándolo fervientemente para que los libere de todo mal, especialmente del cuerpo del pecado.

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