Y Josué dijo a Acán: Hijo mío, te ruego que des gloria al Señor Dios de Israel, una fórmula muy solemne de conjuro, y hazle confesión; al admitir la verdad, Acán debía alabar a Dios, declarando justos sus juicios, también en lo que respecta a su propio castigo; y dime ahora lo que has hecho; no me lo ocultes. Acán debería confesar su pecado para limpiar al resto de la gente y recibir el perdón para sí mismo, aunque exteriormente había caído bajo la sentencia irrevocable de Dios.

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