Y el Espíritu del Señor vino sobre él, llenándolo de extraordinaria habilidad y valor militar, así como de la sabiduría necesaria para decidir casos difíciles de acuerdo con la Ley, y juzgó a Israel, restauró la justicia y el orden, y salió a la guerra; y el Señor entregó en sus manos a Chusan-risathaim, rey de Mesopotamia; y su mano prevaleció contra Chushan-rishathaim, derrotó al opresor y se deshizo de la carga que estaba abatiendo a Israel. Así se restauró en Israel la conciencia de Dios y del deber para con Jehová.

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