Sion extiende sus manos, en un gesto de imploración de ayuda, y no hay quien la consuele; el Señor ha ordenado acerca de Jacob que sus adversarios lo rodeen, siendo sus propios vecinos sus enemigos y buscando su destrucción. Jerusalén es como una mujer menstruante entre ellos, excluida de las relaciones sexuales con la gente y de la asistencia al culto del templo. Estos hechos impresionan a Jerusalén como importante y verdadera; ella debe admitir su justicia.

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