Acuérdate, oh Señor, de lo que nos ha sucedido, de los males que habían sobrevenido a la congregación del Señor con la ruina de toda la nación; consideren y contemplen nuestro oprobio, volviendo a su lamentable condición con misericordiosa atención. Ahora se describe la miseria de Jerusalén y Judá, el hogar de la verdadera Iglesia.

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