Si un alma comete una transgresión, quebranta la fe, descuida el pago de una deuda que se le debe a Dios o al hombre, y los pecados anteriores sólo se consideran aquí, y peca por ignorancia en las cosas santas del Señor, entonces traerá por su transgresión a Jehová, carnero sin defecto de los rebaños, con tu estimación en siclos de plata, según el siclo del santuario, para expiación. El pecado consistió aquí en retener del Señor las cosas que le fueron consagradas, las primicias, los diezmos o cualquier regalo relacionado con el servicio del Santuario. En el desierto fue Moisés, y luego fue el sacerdote oficiante, quien estimó el animal sacrificado, porque su valor tenía que ser de al menos dos siclos.

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