Por lo tanto, debido a que Israel, el pueblo del Señor, no será redimido por su propio poder, sino por el don de la gracia del Mesías, Él los entregará, el Señor entregará la nación del pacto en manos del enemigo, hasta que el tiempo que dio a luz la que dio a luz, hasta que hubiera nacido el Mesías; entonces el remanente de sus hermanos volverá a los hijos de Israel, porque en ese tiempo el Señor uniría de las diversas naciones del mundo a aquellos a quienes tenía la intención de agregar a su verdadero Israel, a su nación espiritual.

La humillación de la casa de David y de Israel había sido incluida en el plan de Dios, pero el resultado final sería que el Mesías, como Su antepasado David, saldría de la humilde ciudad de Belén. Para ello era necesario que el pueblo permaneciera bajo el dominio de los enemigos.

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